Un reencuentro algo especial.

Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que escribí, y lo siento mucho pero la vida no da para más últimamente. Entre que las cosas en casa han cambiado y toca arrimar el hombro un poco (o un mucho) más, los estudios y el simple hecho de querer probar el aire de la calle; no encuentro tiempo para pararme a escribir.  Ahora que por fin estoy aquí, quería hablarte acerca del tema que dejé pendiente en la anterior entrada.
Comenté que iba a hablar sobre mi carnaval y lo que ocurrió, pero no puedo hablarte de ello sin antes contarte lo que me hizo disfrutar de él.



Como ya te conté, el primer día de febrero una persona muy importante para mí se fue para siempre y yo no atravesaba un buen momento en ningún ámbito de mi vida: estudios, amistades, amor... Y  esa misma noche, le expliqué a mi tía la situación que estaba atravesando, la realidad de mi vida y que ellos no sabían. A raíz de esto, mi tía contactó con la que, antes de pasar por una etapa muy mala y dejar de hablar con ella, era mi mejor amiga. Le comentó lo que había sucedido y que sabía nuestra situación. Ella y yo empezamos a hablar de nuevo, se venía conmigo en los recreos, ya no me dejaba estar sola y eso es algo que le tengo que agradecer muchísimo... Un día me escribió y me dijo de quedar por la tarde que además iba a quedar con un chico que, también antes de todo lo ocurrido, era para mí muy buen amigo mío y al que echaba un montón de menos; así que acepté y quedamos.
La cosa fue así: yo quedé con mi amiga y fuimos a llamarle, mientras que terminaba de bajar nos fuimos a sentarnos. Yo he de confesar que estaba bastante nerviosa, llevaba tiempo sin verle y aún más sin hablar con él. Cuando llegó en mi cara apareció una sonrisa de oreja a oreja y cuando nos saludamos solté una risa de niña pequeña. Me preguntaron que qué era eso y ya no pude aguantarme más. Le dije que le había echado un montón de menos y sin quererlo empecé a llorar. Sí, a llorar de la alegría y emoción de poder pasar de nuevo una tarde con él, con ellos dos. Y me abrazó, y fue uno de los abrazos más gratificantes que nunca me han dado.
Después de ese pequeño lapsus todo fue guay, la verdad es que ninguno de los dos estuvo así raro o diferente conmigo, todo lo contrario, me sentí como si todo volviera a su sitio... Y en esa tarde fue cuando me comentaron de que me uniera a ellos y a los demás para la fiesta de carnaval. Y acepté (me amenazaron con hablar con mi familia jajaj).

Llegó el día de la fiesta y la verdad es que me lo pasé bastante bien. La mayoría del grupo fueron disfrazados de Grease, otras dos de M&Ms, un policía, un gangster, hubo gente sin disfraz y yo y una amiga decidimos ir de Alicia y la reina de corazones (yo).  Fue, realmente y si te apetece reírte te doy permiso, la segunda vez en mi vida que salía de fiesta; aunque podría considerarse la primera. La primera vez en sí fue el día que cumplí los dieciocho, pero así en plan guay guay esta.
La verdad es que la noche fue bastante épica: hubo momentos de tensión, momentos de mucha risa y momentos realmente inesperados. Conocí a una persona aquel día... Y te preguntarás si es realmente relevante ese dato, y la verdad es que en mi vida sí. Esa persona digamos que me está haciendo ver cosas de una forma que nunca había pensado que pudieran ser así; está haciendo incluso que saque una parte de mí que conocía pero nunca había dejado que viera la luz. No sé, ha puesto un poco mi vida patas arriba y digamos que me encanta jajaj. Ay...


Bueno, no me enrollo más.
Prometo que la próxima entrada será dentro de poquito, no voy a tardar tanto en publicar.